Tanto en los tiempos de la prehistoria como en los períodos tempranos
de la Historia de la Humanidad, (egipcio, chino, griego, greco-romano,
bizantino, árabe y judío e incluso en el período medieval) gran parte de los
supuestos conocimientos médicos eran errados y estaban ligados a la
superchería, leyendas o charlatanería.
“La Medicina no puede ser considerada Medicina hasta que ella no
estuvo disociada de la magia y de la religión” dice Fielding Garrison en su libro
History of Medicine publicado en 1929. Por ello considero que no es necesario
profundizar demasiado sobre lo acontecido en esos períodos.
Charles Singer, en su Historia de la Medicina también dice que “con el
más tolerante uso de la palabra científico y progresista, nosotros podemos
decir que el comienzo de la moderna medicina data de fines del siglo XIX” es
decir, que a partir de esos años se vislumbra el nacimiento de la medicina
científica, habiéndose pasado de las creencias demoníacas de los primitivos, la
religión y la magia de la Antigüedad y la Edad Media a la emancipación
definitiva de las ataduras de la teología o la filosofía.
Todo ello es también estrictamente cierto en lo concerniente al progreso
de los conocimientos sobre el corazón y sus enfermedades.
Etimológicamente las palabras corazón y heart deriva del latín cor y del
griego ker, kear o kardia (de allí cardíaco) que son palabras idénticas al término
sáncrito hrid y al que se asemejan los vocablos herz, y heart por sus raíces.
El investigador Pictet, estudiando la diversidad de nombres del ciervo,
encuentra que en las lenguas indoeuropeas y anglosajonas, dicho animal es
denominado como heort prácticamente la misma palabra que corazón (heart)
Añade luego que en sáncrito hrid significa “saltar” y teniendo en cuenta que en
lenguas germánicas al ciervo lo llaman “el saltador” llega a la conclusión que en
esas lenguas, la palabra corazón (heart) significaría el saltador, el que salta
dentro del pecho.
Ya el hombre primitivo tenía noción de la importancia que tenía el
corazón como órgano vital. En las pinturas rupestres de Altamira y El Pindal en
España, de Lascaux y Niaux en Francia y otras cuevas que datan de 25.000
años atrás, se han encontrado mamuts o bisontes con el lugar anatómico del
corazón marcado como signo del sitio más vulnerable del animal.
En la civilización sumeria, y luego en la china, hindú, egipcia, hebrea,
griega y romana al corazón se lo consideraba como el centro del
entendimiento, del valor y del amor siendo por lo tanto identificado como
símbolo de las más nobles cualidades humanas.
Algunos médicos griegos de la escuela de Alejandría, en el siglo IV a.C.,
comienzan a estudiar la circulación de la sangre y resaltaron la importancia del
pulso arterial. La contribución más importante fue hecha por Herófilo (335-280
a.C.), quien profundizó la antigua percepción de Aristóteles de que el pulso
reflejaba la actividad del corazón.
Cuenta la leyenda que Erasístrato (310-250 a.C.), contemporáneo de
Herófilo y su digno rival de conocimientos, en cierta oportunidad fue llamado
por el rey de los sirios, hombre septuagenario, para que cure a su hijo pues se
estaba muriendo. Después de un atento examen, el médico solicita que todas
las mujeres que viven en la corte desfilen frente al enfermo.
Al pasar la esposa del rey, muy joven y bella, nota que el pulso del joven
comienza a latir en forma rápida e irregular. Comunica su diagnóstico al rey y
éste resuelve separarse de su esposa y la casa con su hijo, quien cura
definitivamente.
Es la primera vez que se pone en evidencia la relación del ritmo cardíaco
y las emociones amorosas. Quizás a partir de ese hecho el corazón es
estrechamente relacionado con el amor. (ver: El corazón como símbolo en
Anexo)
Para las civilizaciones aztecas y mayas el corazón de un adversario
valiente era especialmente apetecido como un alimento capaz de aumentar el
valor y fuerza de quien lo ingiriera.
Los egipcios, quienes ya conocían las características anatómicas del
corazón dada la extracción de las vísceras que hacían a las momias, también
lo consideraban como el órgano central del ser humano donde se localizaban el
pensamiento y los sentimientos y desde donde partían vasos huecos que
tenían como función conducir los “alimentos” (aire, agua y los ingeridos por la
boca) hacia el estómago que era la desembocadura del corazón (de allí el
nombre de cardias a una zona del estómago)
Según ellos, el corazón era capaz de guardar todos los hechos buenos y
malos que en el transcurso de la vida, una persona puede acumular. Al fallecer
dicho órgano era pesado en una balanza contra una pluma. Si era más liviano,
su poseedor ganaba la felicidad eterna.
En el museo Real de Arte y de Historia de Bruselas, Bélgica, existe un
papiro que data posiblemente de 1.500 años a.C. que representa la imagen del 3
corazón en una balanza, lo que puede considerarse como la representación
gráfica más antigua del mismo.
Con Hipócrates ( 460-332 a.C.) el más famoso de los médicos griegos,
se inició el período de la medicina racional empírica. y es por ello que es
considerado como el Padre de la Medicina.
Fue sin duda alguna, el médico más ilustre de la Antigüedad. Nació
probablemente en la isla de Cos, Grecia, y realizó numerosos viajes antes de
establecerse definitivamente en la isla para dedicarse a la enseñanza y la
práctica de la medicina. Murió en Larissa, Grecia.
Su innata capacidad para la observación clínica influyó decisivamente en
erradicar viejas supersticiones. Su nombre se asocia al Juramento Hipocrático,
aunque es muy posible que no fuera el autor del documento. De hecho, de las
casi setenta obras que forman parte de la Corpus Hippocraticum, es posible
que sólo escribiera alrededor de seis.
Sostenía que el médico necesita conocer el conjunto o totalidad de la
naturaleza antes de poder tratar el enfermo, ya que la enfermedad no depende
de la intervención de los dioses sino del tratamiento racional empírico del
médico.
A partir Hipócrates y durante los siglos subsiguientes, numerosas figuras
tuvieron relevante participación en el estudio del corazón.
Galeno (129-201 d.C.), nacido en Pérgamo y que vivió en Roma durante
gran parte del siglo II, es otra de las grandes figuras de la Historia de la
Medicina. Integró los mejores aportes de los sabios que lo precedieron,
sintetizando los trabajos médicos de Hipócrates, la biología de Aristóteles y la
filosofía de Platón.
Propuso una teoría sobre la fisiología del movimiento de la sangre,
describiendo que por las arterias circulaba sangre (que era producida por el
hígado) y no aire como se sostenía hasta entonces distinguiendo, además, la
sangre venosa de la arterial.
Luego de su muerte, se detuvieron las investigaciones suponiendo que
ya todo estaba dicho. Sus textos fueron copiados y traducidos miles de veces,
y las contribuciones de Galeno fueron consideradas como verdad absoluta
durante más de mil años en Occidente.
Avisena (980-1037 d.C.) médico persa, en su Libro del Pulso sostiene
que el corazón tiene su propia fuerza como fuente del sistema arterial, teoría
que fue luego punto de partida para las investigaciones de Harvey.
Leonardo da Vinci (1452-1519), brillante artista pero también fisiólogo y
anatomista, estudió e ilustró exactamente el corazón con sus válvulas,
cavidades y arterias coronarias.
Vesalius (1514-1564) el fundador de la anatomía descriptiva, Hales
(1677-1761) pionero en el estudio de la presión arterial y el primero en medirla
cruentamente en un animal mediante un manómetro unido a una cánula inserta
en la arteria de un caballo, Vieussens (1641-1716) , Morgagni (1681-1771),
Heberden (1710-1801) con su conocida descripción de la angina de pecho en
1768, y ya en el siglo XIX, Stokes (1804-1878), Chayne (1777-1836), Corrigan
(1802-1880), Adams (1791-1875), Latham (1789-1875), Virchow (1821-1902),
Osler (1849-1919) entre muchos otros personajes que estuvieron muy ligados a
la evolución del conocimiento sobre el corazón y la circulación.
Pero sin lugar a dudas hay dos figuras que sobresalieron en forma
manifiesta dentro de la historia de la Cardiología.
Una de ellas es William Harvey (1578-1657) quien en “De Motus Cordis”
publicado en 1628 desarrolla su revolucionaria teoría de la circulación
sanguínea tomando al corazón como órgano motor de impulsión. Esta teoría de
Harvey suscitó numerosas controversias, pues hacía estremecer los
fundamentos teóricos de la medicina de Galeno. En 1661, la demostración con
ayuda del microscopio de la existencia de los capilares pulmonares que
conectan las arterias y venas realizada por Marcello Malpighi (1628-1694), se
completa la teoría de Harvey la cual a partir de este hallazgo es universalmente
aceptada. Tan importante fue considerada su tesis que muchos lo consideran
por ello como el padre de la Cardiología
La otra figura realmente emblemática de la Cardiología fue René
Laennec (1781-1826) En 1819 publica su famoso libro “L’Auscultation Mèdiate”
que fue considerado en esos tiempos como el libro de mayor influencia en la
medicina moderna ya que inaugura una nueva época de la exploración física.
El examen de los pacientes hasta entonces se basaba en la inspección y
la palpación, sumándose en 1761 la percusión, descripta por el médico vienés
Auenbrugger aunque durante años quedó olvidada hasta que en 1808,
Corvisart la revive. Bayle, discípulo de Corvisart introduce la auscultación
directa como método de exploración física la cual no llegó a ser lo suficiente
adecuada para realizar un buen diagnóstico hasta que en 1819 otro discípulo
también de Corvisart, Laennec inventa el estetoscopio dándole al estudio de
las enfermedades pulmonares y cardíacas un impulso sin precedentes.